La Cuaresma es un tiempo en el que toda la Iglesia peregrina imita a Jesús en el desierto, es decir somos llevados por el Espíritu Santo hacia el desierto espiritual, en el que nos desprendemos de lo superficial profundizando en aquello que es más importante y esencial.

En nuestra Federación, cada uno de nuestros monasterios vive la Cuaresma organizando su propio programa donde el espíritu penitencial se aviva para unirnos a la cruz de Cristo. La Santa Misa del miércoles de ceniza es para nosotras el inicio de este tiempo litúrgico, en la mayoría de nuestras comunidades, utilizamos la capa negra como signo penitencial; nuestras capillas se visten de manteles y ornamentos morados, así mismo nuestros cantos litúrgicos toman un matiz de reconocimiento de nuestros pecados y una búsqueda más intensa de la Misericordia del Señor.

Los Aleluyas los resguardamos para la Pascua, donde exultaremos por la Resurrección del Señor. A todo esto, le añadimos prácticas de penitencias comunitarias y personales, y algunos de nuestros monasterios aprovechan para hacer los ejercicios espirituales que consisten en 8 días de retiro anual. En resumen, la Cuaresma para nosotras no solo es un tiempo más, sino realmente toda una profundización del Misterio de Cristo y del misterio de nuestra Salvación.

¡Saquemos todos los frutos de conversión que podamos!

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