La Vida Común

Las monjas dominicas contemplativas, en nuestra vida cotidiana, encarnamos una espiritualidad singular, arraigada en la vida común, es un pilar fundamental en la Orden de Predicadores. Ante todo, buscamos un espacio para la construcción de la «unidad de corazón y mente» en Dios, reflejada en la oración, el estudio, el trabajo compartido y el discernimiento comunitario. Con la vida en común no solo compartimos nuestras posesiones materiales, sino también buscamos la unidad en el espíritu, inspirándose en la Santísima Trinidad y en la primera comunidad cristiana. De modo que esto se refleja en momentos como en la hora de la Oración Comunitaria, las
Horas de estudio donde podemos compartir reflexiones, también cuando hacemos retiros, convivencias y encuentros espirituales. Incluso el refectorio es el lugar de nuestras comidas comunitarias, allí no solo alimentamos nuestros cuerpos, sino también nuestras almas, mientras escuchamos una lectura que nos abre al conocimiento de crear más lazos fraternos.